Sentando las bases para la realizaci贸n espiritual (Iluminaci贸n)
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Sentando las bases para la realizaci贸n espiritual (Iluminaci贸n)

José Ricardo Fuentes

Tiempo aproximado de lectura: 15 minutos

La meditación es una de las técnicas que tiene como objetivo final realizar lo fundamental (Dios, Consciencia, Amor, Realidad, Espíritu, Brahman, Atman, Buddhata, Tao, AinSof, Allah, Iluminación Espiritual o cual sea tu idea de lo primordial). La mayoría de los meditadores llegan a esta práctica en busca de alguna versión de la auto-realización o despertar espiritual (Iluminación). Sin embargo, antes de que se produzca una plena realización del Ser, una plena realización espiritual (y no sólo experiencias ocasionales), necesitamos atravesar muchas etapas y estados de crecimiento y despertar.

El camino espiritual es tan complejo como los seres humanos. Se necesita tiempo y esfuerzo para progresar. Sin embargo, hay quienes promueven soluciones rápidas y otros que postulan que no hay que hacer nada porque ya estamos iluminados. Otros afirman que no es posible para un ser humano ordinario auto-realizarse. Ninguna de estas dos últimas afirmaciones tiene base en la realidad.

Algunos maestros afirman que ya que sólo la consciencia es real, nada en el mundo manifiesto es real. En esta interpretación, no tienes que hacer nada para obtener la iluminación. Sus adherentes, quienes probablemente han tocado la realidad última, dicen que a pesar de muchos años de práctica, las prácticas no eran necesarias porque la realidad siempre estaba allí. Sin embargo, ellos mismos están descontando el hecho de que tomaron todos esos años de práctica para llegar a esa conclusión. Así, falsamente promueven la idea de que nos están ahorrando tiempo diciéndonos que no hay nada que hacer, excepto por supuesto escucharlos y comprar sus libros.

El punto de vista opuesto, que es imposible para el ser humano promedio alcanzar la autorrealización, es también una declaración falsa que puede obstaculizar el progreso del buscador. Las religiones fundamentalistas buscan hacernos creer que sólo algunos seres especiales pueden alcanzar este estado y que sólo por la sanción de la "iglesia" se puede lograr el estado de santidad o la iluminación. Para el resto de nosotros, sólo la adhesión al canon religioso, en algunos casos especiales, resultará en la salvación después de la muerte.

La verdad es que sí hay algo que hacer y sí es posible alcanzar la expresión última de la vida en esta encarnación. Sin embargo, son necesarias, sin lugar a dudas, una guía, una dirección y un esfuerzo adecuados [i]. El principal esfuerzo es la práctica de la meditación.

La meditación es a la vez la llave del reino interior, nuestra verdadera naturaleza y el reino interior en sí mismo. Permítanme ilustrar esto con una metáfora: supongamos que nuestra verdadera naturaleza (el reino interior) es como un diamante que mantiene su pureza y belleza independiente de las formaciones rocosas a su alrededor. Para descubrir el diamante, el minero y el joyero (el meditador) necesitan quitar la roca circundante con una herramienta, una herramienta hecha generalmente del diamante mismo. De la misma manera, la meditación es la herramienta y la meta misma.

Para el ser humano, la roca circundante incluye su constitución fisiológica, las creencias perniciosas y las tendencias culturales, así que es importante entender que inicialmente, y dependiendo de nuestro nivel de madurez y adaptación, tendremos que lidiar con esos temas antes de que podamos comenzar a tener una experiencia directa de nuestra verdadera naturaleza. Por lo tanto, nuestra meditación puede parecer frustrante al principio en la medida que exponemos y sanamos estos problemas. Pero esa frustración no significa que el esfuerzo no esté logrando algo. El mismo esfuerzo para trabajar en nuestras limitaciones y obstáculos en la meditación es parte del camino y de hecho de la meditación. A veces, dependiendo de nuestra etapa de crecimiento, necesitamos enfatizar ciertas prácticas y herramientas sobre otras en las diferentes etapas de la realización espiritual.

En mis 50 años de practicar, enseñar meditación e investigar el campo, he descubierto que la gran mayoría de las preguntas que tienen las personas en las clases de meditación están más relacionadas con su psicología que con su espiritualidad, porque están principalmente interesadas en el logro y la adquisición externa de habilidades que resultarán en el éxito en un mundo competitivo. También estas observaciones concuerdan con lo que las investigaciones nos confirman acerca de las etapas del desarrollo humano: que el desarrollo personal se mueve desde lo concreto (físico) a lo sutil (mental) a lo causal y finalmente a lo no-dual. Dependiendo de donde estamos en este desarrollo, somos más o menos capaces de sostener y estabilizar estados de consciencia más altos (causales y no-ordinarios).

Para algunos las condiciones de vida, herencia y cultura pueden facilitar el camino, para otros, lo hará más difícil. Por lo tanto, antes de que podamos esperar que la meditación sea una experiencia de trascendencia necesitamos identificar dónde estamos y luego movernos desde allí a lo largo de las etapas del desarrollo humano, desarrollar habilidades concretas, purificar nuestra psique, sanar nuestras tendencias neuróticas, aprender a amar y a perdonar.

A lo largo del camino en el proceso de remoción, podríamos tocar alguna parte del diamante puro y una luz brillante parecería resplandecer, un vistazo a nuestra naturaleza real que experimentamos como un estado temporal de felicidad. Tales estados no serán permanentes hasta que los estabilicemos y los integremos en nuestra vida diaria.

Sin embargo, la mayoría de la gente es muy feliz una vez que descubren el primer atisbo de ese diamante en bruto y se detienen allí. Así que, más allá de crecer y limpiar nuestra psique, necesitamos encender en nosotros la intensa sed de ir más allá de nuestra identidad humana. Sólo aquellos que tienen un profundo deseo o sed de lo divino seguirán puliendo las facetas del diamante, permitiendo que el Ser puro surja en toda su gloria y divinidad. Una vez que esto se logre, nuestra vieja identidad, representada aquí por la roca, "morirá" a esta vida y "nacerá de nuevo" como nuestra verdadera naturaleza. [ii]

Así que en el comienzo de nuestra práctica de meditación, no necesitamos creer o alimentar la sensación de que no estamos progresando cuando nos encontramos con nuestras realidades internas más limitantes: las sombras e impurezas de nuestra psique, nuestras tendencias fóbicas, temerosas, ansiosas, irracionales y obsesionadas. Hasta ahora ellas han tenido precedencia y han tenido el papel protagónico en nuestra consciencia. Hemos creído hasta ahora que somos este yo individual, cuando en realidad el yo es determinado en gran parte por nuestra crianza, creencias religiosas, educación y cultura. En la práctica de la meditación, necesitamos permitirnos trabajar con estas tendencias, para que podamos aprender a distanciarnos de nuestra mente y personalidad reactivas. A medida que hacemos eso, aumentamos nuestra consciencia y finalmente nos liberamos de esa identificación que oscurece nuestra verdadera naturaleza.  Podemos, si somos verdaderos buscadores, esperar encontrarnos inicialmente con agitación e inquietud,  y haríamos bien en saber que la mayoría de los primeros años de meditación son preparatorios y a su vez son pasos necesarios si estamos seriamente buscando estabilizarnos en la Presencia del Ser y disolver la identificación con el yo, con nuestra imagen temporal y cambiante.

Cada vez más, a medida que lidiamos con nuestra sombra y dejamos de identificarnos con el ser limitado, somos capaces de hacer de nuestra verdadera naturaleza el objeto de la meditación y de mantener nuestra atención en esa verdad interior. Como el joyero, al tallar la piedra bruta, siempre tenemos en mente la joya final. A estas alturas, nuestra mente olvidará su entorno concreto y sutil y nuestra meditación cobrará aceleración y nuestra mente se llenará con la imagen de nuestra verdadera naturaleza. Como dijo el poeta-Santo Surdadas: "La mente que se refugia continuamente en el Supremo finalmente se convierte en Ello". [iii]

[i] También incluye recomposición física y neurológica que será el tema de otro artículo.
[ii] No significa que renunciemos a nuestra existencia en el cuerpo. En cambio, viviremos desde una perspectiva recién nacida, la del ser que sabe que "yo y mi padre somos uno". Esto también será el tema de otro artículo.
[iii] Meditate, Swami Muktananda, State University New York Press, 1980-p25

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